Equipo básico

Elige muy bien tu mochila. Lo mejor será que tenga un acceso fácil a los bolsillos más utilizados, cuente con un impermeable, sujeción para el saco de dormir y la esterilla aislante, y cierre en cintura y pecho. Como equipo, deberás incluir un gorro, un pañuelo para el cuello, gafas de sol, camisetas de secado rápido, polares, dos pantalones (los más prácticos son los desmontables), chubasquero, ropa interior, calcetines (que no te provoquen rozaduras y que permitan transpirar los pies), botas o calzado de trekkingchanclas para las duchas y albergues, y unos bastones que te ayudarán a avanzar en todo tipo de terrenos.

Es aconsejable llevar siempre algo energético para comer, como frutos secos, chocolate o un par de sobres de azúcar. Nunca se sabe cuándo necesitarás recuperar fuerzas. Y recuerda que el peso de todo el equipaje que vas a cargar a tu espalda no debe superar el 10% de tu peso corporal.

Entrenamiento previo

Es recomendable entrenar con anterioridad a emprender la marcha, por lo menos tres semanas antes. Si estás acostumbrado a las grandes caminatas y rutas de senderismo, no tendrás demasiados problemas, pero en caso contrario habrás de empezar a hacer recorridos cortos cada día con el calzado que vayas a llevar, e ir aumentando dificultad y distancias para preparar tu forma física.

En ambos casos, deberás efectuar varias salidas de entrenamiento con todo el equipo que llevarás en la peregrinación, recorriendo el máximo de kilómetros posible. Lo mismo sucede si vas a hacerlo en bicicleta. Realiza entrenamientos previos y recuerda que los últimos deberás realizarlos con las alforjas cargadas.

Tómatelo con calma

Recorrer el Camino es una cuestión de calma y paciencia. El paso ideal es el que te permita tener una conversación. Has de planificar lo necesario, pero sin excederte en el cumplimiento de metas u objetivos. Recuerda que esto no es una carrera ni una competición. Empieza con tranquilidad, adáptate a las condiciones del viaje y disfruta de cada etapa, tras la cual has de hacer los estiramientos necesarios para emprender al día siguiente de nuevo la marcha. No seas un esclavo del reloj.

Sé previsor

Al final de cada jornada es muy útil consultar la guía que portes para informarte de la siguiente etapa. Será una buena forma de aprovechar el tiempo y asegurarte de conocer de antemano dónde podrás parar a comer o a comprar aquello que necesites. Ten en cuenta siempre que debes hidratarte muchísimo y que tienes la posibilidad de almorzar en bares y restaurantes que ofrecen menús del peregrino o aprovechar el menú del día de los establecimientos.

Cuida los pies

No te vamos a engañar. Tus pies van a sufrir mucho o poco dependiendo de los cuidados y atención que les prestes. Dedica especial atención a la higiene, sécalos muy bien, mímalos con algún ungüento, vaselina, sales o algún espray refrescante y lleva siempre bien cortas las uñas de los pies.

En el caso de sufrir una de esas terribles ampollas, lo mejor es pincharla para drenar el líquido que se haya acumulado dentro de ella (si has introducido en tu mochila aguja e hilo o imperdibles que te sacarán de más de un apuro, mejor que mejor), aunque no se debe quitar la piel que la cubre. Después de limpiarla y secarla, tápala con una tirita o una gasa. Y recuerda que lo mejor para evitar las ampollas es mantener los pies convenientemente hidratados.

Temenos más consejos para vosotros pero continuaremos en otro artículo.

Esperamos que os sea de utilidad y ¡¡Buen Camino Peregrino!!

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