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El camino del norte es la ruta más larga del camino de Santiago que hay ya que se trata de un camino de 824 km divididos en 34 etapas. Pero aunque sea un camino de gran recorrido no tiene ningún tipo de desperdicio realizarlo debido a sus preciosos paisajes. Es una de las rutas históricas utilizadas por los peregrinos europeos para llegar a Santiago de Compostela. Cruza todo el norte de España, siguiendo la cornisa cantrábrica desde Francia hasta Galicia.

La ruta del camino del norte comenzó a recibir romeros y peregrinos que partían hacia Santiago de Compostela desde Asturias en el siglo IX. Muchos de ellos llegaban de Flandes, Francia, de los países del norte de Europa, etc.

En los últimos tiempos, empezó a ser más transitado debido a la grandeza de su naturaleza y a las maravillosas vistas que nos ofrece el mar Cantábrico. Además, muchos peregrinos lo realizan como alternativa al Camino Francés  que está hoy en día muy masificado.

Cada año el número de peregrinos aumenta con fuerza en la ruta cantábrica. En el año 2009 fueron 9.183 peregrinos, y en 2017 fueron 17.836. Una gran parte de ellos ya ha recorrido el Camino Francés y buscan nuevas experiencias.

Batán de Mezonzo

Encontramos en primer lugar un enclave de gran valor etnográfico y natural. Es un conjunto de molinos, un batano y un aserradero, que discurre junto al río As Gándaras. Es una zona en la que se explotaban los recursos naturales, aprovechando la fuerza del agua para batir tejidos, la industria pre-hidráulica.

El batán es un artefacto de madera, generalmente construido en el curso del agua, que consiste en mazos que, al ser movidos alternativamente por la acción del agua, golpean las telas confeccionadas en los telares para desengrasarlas y obstruirlas.

El batán forma parte de una serie de edificios, entre ellos un molino y un antiguo molino de lino.

Durante la época clásica, tanto griegos como romanos, ya pisaban los tejidos, ya que el sistema mecánico no era desconocido. Durante la época romana, la tela se maceraba en grandes cubas, en una mezcla de arcilla espacial para moler, potasa (ceniza vegetal) y orina humana. Los trabajadores plancharon la tela durante horas o incluso días. Este trabajo se llamaba pisoteo de «sangre», ya que requería fuerza humana. No fue hasta la Edad Media cuando apareció en Europa el batanazo mecánico, en los siglos XI y XII, se conoce su existencia tanto en Francia como en Alemania. La primera referencia en España data del siglo XII, en un documento fechado el 17 de junio de 1166, cerca de Girona. Será en este momento cuando empiecen a extenderse por el resto de la península.